Tenemos la oportunidad de conectarnos con la vasta, abierta y poderosa sabiduría sanadora en el centro silencioso de nuestros corazones.
Pasamos mucho tiempo tratando de poner nuestros sentimientos en palabras, de comunicar a los demás nuestras pasiones, nuestras emociones y nuestro amor. A menudo estamos tan ocupados tratando de traducir el rugido de nuestro corazón a un lenguaje, que nos perdemos la experiencia más profunda que el corazón tiene para ofrecer, que es el silencio. Todo poema surge de este silencio y vuelve a él. Cuando todas las canciones han sido cantadas, las emociones expresadas, el silencio es lo que queda. A medida que cada ola de sentimiento se eleva y luego vuelve a caer en el silencio, tenemos la oportunidad de conectarnos con la vasta, abierta y poderosa sabiduría curativa en el centro silencioso de nuestros corazones.
Nuestros corazones pueden parecer ruidosos y tumultuosos tanto tiempo que ni siquiera los asociamos con el silencio. Se necesita un oído sensible para sintonizar con el silencio del corazón, pero está ahí en cada uno de nosotros. Podemos comenzar a ser conscientes de él de la misma manera que somos conscientes del espacio negativo en una naturaleza muerta, el fondo de una fotografía o el cielo abierto que contiene el sol, las nubes, la luna y las estrellas. Estamos acostumbrados a sintonizarnos con sonidos que son “sólidos”, por lo que escuchar el espacio vacío que contiene estos sonidos requiere un poco de práctica.
Podemos traer nuestra conciencia a nuestros corazones simplemente respirando en el área general de nuestro corazón. Lo primero que podemos notar es un sentimiento, como alegría o tristeza, y sensaciones físicas, como tirantez o ternura. Reconozcamos esto, mientras continuamos respirando y enfocándonos, escuchando atentamente. Rodeemos estos sentimientos y sensaciones con aliento y reconozcamos que están contenidos y retenidos en una sustancia inconmensurable como el aire, intangible, inefable, pero completamente real.
Este es el silencio del corazón, y cuanto más lo escuchemos, volvamos a él y lo aceptamos, más nos bañamos y nos purificamos en el centro silencioso de nuestro ser.
Ainhoa Calderero Cerillo. Método Salma®. Medita con Calma®